No es la primera vez que se menciona la posibilidad de construir una máquina capaz de “imprimir” comida. No hace mucho, el MIT presentó un concepto llamado “Cornocupia” que, de haber sido construido, hubiese sido capaz de crear platos fríos o calientes a partir de una serie de ingredientes básicos contenidos en una especie de “cartuchos” intercambiables. Pero a pesar de que se ha tenido éxito a la hora de crear dispositivos capaces de imprimir objetos en 3D -incluso se las puede construir en casa- o pantallas OLED, lo cierto es que el tema de los alimentos es lo suficientemente complejo como para que la aparición de una impresora capaz de lograr semejante haya demorado bastante tiempo en estar disponible.
Obviamente, el sistema tiene sus limitaciones, ya que solo se pueden elaborar algunos platos muy específicos, debido a que no todos los ingredientes utilizados por un cocinero profesional pueden ser metidos en un tubo y utilizados por esta impresora. Sin embargo, el artefacto ha demostrado ser lo suficientemente flexible como para permitirnos soñar con un futuro en el que podamos elaborar nuestro plato favorito simplemente seleccionándolo de una lista y enviándolo a la cola de impresión.
Una vez que la impresora ha terminado su trabajo, el plato puede enviarse al horno para su cocción. En efecto, por ahora el dispositivo del CCSL no puede llevar a cabo por las suyas esta ultima etapa -indispensable en la elaboración de un plato- pero descartamos que pronto se adosará algo parecido a un horno automático que se encargue de entregarnos las galletas recién horneadas. Por lo pronto, el invento es capaz de lograr platos con formas y texturas que resultan bastante complejas de lograr “a mano”.
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