Si quieres dar la nota de sabor a tus platos, con un aroma distinto y un sabor marcado en los primeros bocados, lo mejor es una buena sal aromatizada.
Utilizar la sal para dar sabor o para resaltar sabores es de las cosas más básicas y fáciles que podemos hacer, sobre todo cuando empezamos a trastear en la cocina. Lo cierto es que el sabor y textura de la sal está bastante infravalorado, lo usamos como rutina y sólo nos percatamos de ella cuando nos pasamos o cuando no llegamos.
Una muy buena forma de darle protagonismo es terminando nuestros platos con un delicado toque de sal aromatizada, justo antes de servir el plato. No tiene mucho sentido utilizar una sal aromatizada durante la cocción porque se va a deshacer y mezclar con todos los ingredientes y no lo notaremos, además de que es lo mismo que añadir por separado sal y la especia o especias que lleve. Sin embargo, cuando tenemos una sal aromatizada o la hacemos nosotros, el tacto es diferente, la forma es diferente, el aroma y el gusto cambian mucho, y hay que sacarle partido.
Las sales con limón, jengibre, pimentón o especias, son de las más comunes y apreciadas por su delicado sabor y aroma. Una pizca de sal con jengibre sobre unas verduras en tempura, o sal al pimentón sobre un arroz son suficiente para que notemos cómo la sal cruje y se deshace en nuestra boca mientras se mezclan los aromas y sabores del resto del plato.
Prueba a hacer tus propias sales aromáticas para coronar tus platos (o incluso como regalo), te saldrá muy barato:
Necesitarás sal, gorda o normal, dependiendo de cómo quieras la sal aromatizada. Si quieres que quede finísima, utiliza sal normal; si quieres que quede en trocitos ligeramente más grandes y más irregulares (esto es una ventaja para la textura si la queremos crujiente), elige sal gorda. También sirven las sales sin sodio.
También necesitarás especias. Aunque lo ideal es utilizar las que mejor combinen con los sabores de tus comidas habituales, puedes usar las que quieras, y combinar más de una.
Por último, como accesorios, unos botecitos donde guardar la sal (mejor que sean pequeños, como los de especias), una batidora (preferiblemente de vaso) y, si quieres, unas etiquetas como la de la foto, para ordenar tus sales.
Para cada tipo de sal mide la cantidad que necesitas con el bote donde la guardarás. No lo llenes hasta el borde, deja un margen, y pon la sal en la batidora.
Ahora la especia o especias. Procura no utilizar especias que estén húmedas, como el perejil fresco o el limón, porque harán que la sal se apegotone. Mejor desécalas primero o utilízalas ya secas. La cantidad de especias depende de cuánto aroma y sabor quieras en tu mezcla. En general, 1 cucharadita y 1/2 por botecito está bien. Bátelo con la batidora 20 segundos y guárdalo en tu bote.
Especias que te irán muy bien:
- Romero
- Orégano
- Tomillo
- Clavo de olor
- Pimentón ahumado
- Chili
- Cúrcuma
- Albahaca
- Semillas de hinojo
- Comino
Mezclas para dar sabor y color:
- Romero + clavo
- Tomillo + pimentón
- Comino + hinojo
- Chili + orégano
- Pimienta negra + cúrcuma
Para una sensación de “recién molido”, pon tu mezcla en un molinillo en lugar de pasarlo por la batidora, de esa forma bastará con echar mano del molinillo una vez en la mesa.
Por supuesto, no te pases con la sal en la preparación de los platos, si vas a terminarlos con sal aromatizada agrega poca sal en la cocción o, a ser posible, ninguna.
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