La flaca caminaba perdida,
cuando percibió aquel olor,
que a la Cocina de Glo,
a la calaca llevó.
Cuando en una mesa se sentó,
Sully la atendió,
una lasagna ordenó,
y Gabriel se la preparó.
Al acabar de comer,
sin pagar se quería ir,
pero la jefa salió,
y no la dejo huir.
La huesuda ya andaba llorando,
a la clientela espantando,
después terminó pagando,
y hasta se fué bailando.
Nadie se resiste al sabor
de un buen sazón,
pregúntenle a la calva si no,
que varias veces se apersonó.
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